Numerosas emprendedoras dicen que suelen compararlas con Holmes, la fundadora de Theranos, que pronto enfrentará un juicio por fraude.
SAN FRANCISCO — En 2018, cuando Alice Zhang se dispuso a recaudar fondos para su empresa emergente dedicada al descubrimiento de fármacos, las preguntas más frecuentes de los inversionistas eran sobre Theranos, la empresa emergente de pruebas sanguíneas creada por la empresaria Elizabeth Holmes que fracasó tras verse envuelta en un gran escándalo.
Otras personas también hacían esas mismas preguntas. Durante un evento en la Universidad de Stanford, los organizadores le pidieron a Zhang que hablara sobre Theranos. Un asesor le comentó que cuando el tema de su empresa se mencionaba en alguna conversación, la respuesta inmediata era alguna broma relacionada con Holmes.
En un principio, Zhang se sintió muy confundida. Su empresa emergente, Verge Genomics, aplica inteligencia artificial para colaborar en el descubrimiento de fármacos terapéuticos. Es un área que no se relaciona en absoluto con las actividades de Theranos, cuyo objetivo era comercializar máquinas de análisis sanguíneo como herramienta para realizar diagnósticos. Además, Holmes fue acusada de fraude, pero no existe ninguna acusación en contra de Zhang.
Sin embargo, el patrón se hizo muy evidente. Cuando Verge Genomics recaudó fondos ese mismo año, una destacada columna especializada en el sector comparó a Zhang con Holmes. A pesar de que esas comparaciones cayeron poco a poco en el olvido conforme creció su empresa, Zhang, de 32 años, afirma que otras fundadoras relatan la misma historia, aunque “no veía ninguna similitud, fuera del hecho de que ambas somos mujeres y nos desenvolvemos en el área de las ciencias llamadas duras”.
Una generación de empresarias, en particular las que se enfocan en campos como las ciencias naturales, la biotecnología y el cuidado de la salud, todavía viven bajo la sombra de Holmes. A pesar de que Theranos dejó de operar en 2018, Holmes todavía está muy presente en el mundo de las empresas emergentes debido a la audacia de su historia y porque ha permeado la cultura popular dejando una imagen, al parecer indeleble, de la manera en que las fundadoras de empresas pueden forzar ciertos límites.
La saga, digna de los tabloides, comenzó cuando Holmes lanzó Theranos a los 19 años de edad. De inmediato fue objeto de elogios y comparaciones con Steve Jobs, fama que la coronó como la multimillonaria más joven, una personalidad idolatrada que apareció en numerosas portadas de revistas. No obstante, después de que una investigación realizada en 2015 por The Wall Street Journal generó cuestionamientos en torno a sus declaraciones sobre Theranos, sufrió una caída espectacular de la gracia popular. Su implosión captó la imaginación del público y se ha relatado en un documental, un libro, un pódcast y una miniserie protagonizada por Amanda Seyfried que está por estrenarse.
Ahora que Holmes se prepara para someterse a juicio ante un tribunal federal en San José, California, por supuestas estafas cometidas contra inversionistas, doctores y pacientes (la selección del jurado está programada para el 31 de agosto), algunas empresarias creen que podrían verse afectadas por las ondas expansivas de este caso.
Muchas se quejaron porque, además de demostrar haberse ganado un lugar en el competido campo de las empresas emergentes, dominado por los varones, en años recientes han tenido que rebatir la percepción de que son como Holmes, situación con la que no tienen que lidiar sus colegas varones.
“De por sí teníamos estándares más elevados antes de Theranos porque no nos ajustamos al patrón”, se lamentó Falon Fatemi, cofundadora de las empresas emergentes Node, dedicada a la inteligencia artificial, y Fireside, a la distribución de medios. “Este caso solo nos complica la vida aún más”.
Una persona que habló en nombre del bufete de abogados que representa a Holmes, de 37 años, se negó a hacer comentarios sobre este tema. Holmes podría pasar hasta veinte años en la cárcel si la declaran culpable. Ramesh Balwani, antiguo director de operaciones de Theranos, también enfrenta cargos de fraude y su juicio podría arrancar el año entrante. Ambos se declararon no culpables.
Para Heather Bowerman, de 36 años, el caso de Theranos ha tenido efectos prolongados. Bowerman fundó DotLab, empresa que desarrolló en 2016 una prueba para identificar la endometriosis, una enfermedad crónica. Según dijo, cuando se reúne con inversionistas, por lo regular le piden que explique en qué se diferencia DotLab de Theranos. DotLab siempre ha buscado publicar sus resultados en revistas arbitradas, cosa que Theranos no hizo nunca, señaló.
De cualquier manera, Bowerman decidió no solicitar capital riesgo sino aprovechar el financiamiento ofrecido por el gobierno para arrancar DotLab.
DotLab ya publicó resultados de estudios que validan sus pruebas en revistas arbitradas, contrató a un consejo asesor de médicos y científicos y en este momento realiza un estudio clínico. La empresa recaudó 12 millones de dólares como inversión en sus primeras fases durante 2019.
A pesar de eso, persiste el estigma de Holmes, aseveró Bowerman. “Hoy en día, los inversionistas tradicionales de compañías en primeras fases todavía dudan en otorgarle financiamiento a una empresa de diagnóstico”, dijo. “En realidad, eso reduce la lista a unos cuantos posibles inversionistas”.
Julia Cheek, fundadora de Everly Health, una empresa que ofrece pruebas de salud en el hogar a través de su subsidiaria, Everlywell, dijo en una conferencia de 2019 que las comparaciones con Holmes eran tan frecuentes que colegas y asesores incluso le sugirieron que se tiñera el cabello para evitar esos comentarios. Ambas mujeres tienen cabello rubio. Cheek no cambió el color de su cabello.
Cheek, de 37 años, atribuyó las analogías constantes al hecho de que pocas empresas fundadas por mujeres alcanzan cierto tamaño y un perfil sobresaliente, lo que magnifica las acciones de las que lo hacen. “Las mujeres fundadoras tienen que lidiar con este tipo de preguntas que sus homólogos masculinos simplemente no tienen que responder”, dijo.
Las frecuentes comparaciones son perniciosas, dijeron muchas empresarias. En conversaciones con inversionistas, las fundadoras a menudo responden lo que los investigadores llaman preguntas de “prevención”, que se formulan negativamente y están diseñadas para evitar pérdidas. Pero a los empresarios masculinos se les hacen con más frecuencia preguntas de “promoción” sobre las posibilidades de la nueva compañía, lo que les permite centrarse en sus esperanzas e ideales, según investigadores de London Business School y Harvard.
“Si te hacen una pregunta de promoción, puedes responder de manera promocional”, dijo Andy Coravos, fundadora de HumanFirst, una empresa emergente de atención médica en el hogar. “El problema central que tiene el tema de Elizabeth Holmes es que se trata de una pregunta de prevención”.
Algunas mujeres dicen que, por si fuera poco, también se sienten atrapadas en un ecosistema de empresas emergentes que venera los proyectos atrevidos y que causan disrupción, en el que los inversionistas en general no tienen problemas con las compañías que tuercen un poco las reglas o toman atajos con tal de crecer.
Beth Esponnette, fundadora de Unspun, empresa de pantalones jeans hechos a la medida, comentó que los inversionistas muchas veces la han alentado a ser más agresiva, a optar por acciones que bien podrían rayar en la deshonestidad. En una ocasión, un inversionista le recomendó inflar sus perspectivas de beneficios por un múltiplo de 10, un nivel de lo más irreal.
El mes pasado, Esponnette publicó un ensayo titulado “I Get It, Elizabeth Holmes”, en el que describe este tira y afloja. Muchas de las acciones de Holmes fueron inexcusables, escribió Esponnette, de 33 años de edad. “Pero de cualquier forma pienso que estaba convencida de que hacía lo correcto y solo seguía la recomendación universal de Silicon Valley: ‘Finge hasta conseguir el éxito’”.
Varias mujeres que trabajan en empresas emergentes del sector tecnológico le escribieron para agradecerle por escribir sobre los sentimientos que comparten muchas de ellas, afirmó Esponnette.
Lola Priego, de 30 años, fundadora de Base, una empresa que ofrece análisis de sangre y saliva en el hogar que luego son procesados en laboratorios tradicionales, dice que escucha una comparación con Theranos al menos una vez a la semana. Las referencias provienen directa o indirectamente de socios potenciales, asesores, inversionistas, clientes y reporteros, dijo.
Priego afirma que entiende la necesidad del escepticismo porque las nuevas empresas de atención médica deben ser analizadas de manera crítica para prevenir la negligencia. A menudo, las comparaciones se detienen después de que la gente se entera de que Base trabaja con Quest Diagnostics, una empresa multinacional, para realizar el análisis de sus pruebas.
“Pero el sesgo y el escepticismo adicionales son difíciles de superar”, dijo Priego.
El mayor golpe vino de un asesor científico a quien Priego intentó contratar en 2019. El asesor asistió a la reunión para decirle que llevar la tecnología al cuidado de la salud estaba perjudicando a la industria, al igual que sucedió con Theranos. Eso hizo que Priego se cuestionara si podía contratar el tipo de asesores que necesitaba.
“Fue bastante desmoralizante”, dijo. Desde entonces, ha contratado a seis asesores.
En julio, Verge Genomics concretó una alianza con la gigante farmacéutica Eli Lilly que le permitirá trabajar durante tres años en fármacos para el tratamiento de la esclerosis lateral amiotrófica, o ELA, dijo Zhang. Además, la empresa publicó el año pasado en una revista científica un artículo sobre sus métodos y este año contrató a un director para el área de Ciencias.
Fue todo un alivio poder mostrarles algo a quienes dudaban, afirmó Zhang.
“La época más frágil de cualquier compañía es la etapa inicial, cuando tienes que ganarte a las personas, convencerlas de tu visión y de los méritos de la idea”, explicó. Acerca de Holmes y Theranos, añadió: “En esa etapa, este tipo de asociaciones pueden ser de lo más dañinas y mermar tu potencial”.
Erin Griffith escribe sobre nuevas empresas tecnológicas y capital de riesgo desde la oficina de San Francisco. Antes de unirse al Times, fue redactora sénior en Wired y Fortune. @eringriffith